lunes, 19 de noviembre de 2007

La violencia domestica desde un enfoque de género


Si bien el tema de la violencia puede ser abordado desde diferentes aristas, incluso en la violencia ejercida hacia los hombres, en esta ocasión, nos centraremos en la Violencia doméstica desde un enfoque de Género, específicamente en la Violencia contra la Mujer.
Se hace menester señalar que antes hubo que visualizar la existencia de esta violencia, tan incorporada en lo cultural que se hacía difícil distinguirla en el entramado social.

Esto requirió de una ardua tarea y de una lucha que si bien ha alcanzado ciertos y determinados logros, aun no son suficientes para conseguir la cultura de paz que tanto ansiamos.
El paso fundamental de este proceso fue, precisamente, relacionar la violencia contra las mujeres con la posición de subordinación que como género tenemos en nuestras sociedades.

La violencia contra las mujeres implica relaciones desiguales de poder entre géneros dado por el desequilibrio del poder. Y en este sentido ha sido el movimiento de mujeres mundial, y particularmente, el movimiento feminista que en la segunda mitad del siglo XX ha considerado y puesto sobre el tapete que la violencia contra la mujer es una problemática que centra sus raíces en el desequilibrio de poder entre los géneros.

El siglo XX comienza con un movimiento de liberación de las mujeres, el feminismo. Éste comienza como un movimiento y podemos pensarlo como un legítimo avance de la humanidad. Los movimientos feministas han sido los que han impulsado en mayor medida la consideración de la Violencia de Género. Incluso en un punto tan importante y decisivo como son los Derechos humanos, no se hablaba de las mujeres, puesto que estaba masculinizado y en ese sentido hay que agradecer a los movimientos feministas el que se haya cambiado la mirada en ese aspecto.

Dicho esto, se hace necesario un breve recorrido histórico respecto a ese proceso de cambio de mirada:
  • En 1960 se incluye el tema de la Violencia doméstica.
  • En 1976 se crea el Tribunal Internacional de Delitos contra la Mujer en honor a Clara Zeltkin. Es un hito en la historia por la lucha para que se considere un problema social.
  • En mayo de 1979 es promulgada por la ONU la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación de la mujer, y sin embargo, ésta ha sido la convención que menos países firmaron y una gran mayoría de países se retiraron del salón cuando hubo que someterla a votación. Cuba fue el primero que firmó.El ser humano mujer, como sujeto de derecho, no fue considerado.
  • A partir de 1980, en la segunda mitad, se propusieron otros cambios, la atención se dirige a diferentes formas de violencia, pero la legislación no es la que resuelve los problemas, es una condición necesaria pero no suficiente.
  • En 1986 el Parlamento europeo propugnó una resolución sobre las agresiones a las mujeres.
  • En 1992 se crea un comité para la eliminación de todas las formas de discriminación hacia la mujer para apoyar la Convención.
  • En 1993, en Viena, sesiona el 2do Congreso mundial por los Derechos Humanos, se reconoce aquí y se subraya la Violencia contra la Mujer en la esfera privada como violación de los Derechos Humanos. Anteriormente se pensaba esta situación con la manida expresión: “entre marido y mujer nadie se mete”.Se declara entonces, que los derechos de las mujeres son parte inseparable, integral e inalienable de los Derechos Humanos universales.
  • En diciembre de ese mismo año, la Asamblea General de la ONU considera la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, como el 1er instrumento internacional de Derechos Humanos que formalmente aborda la Violencia de Género. Y define la Violencia de Género como: todo acto de violencia basado en el Género que produce daños físicos, sexuales, sociales, psicológicos, emocionales, en la vida pública o privada. (el acoso sexual, ejemplo de violencia de género en vida pública).
  • En septiembre de 1995 se produce la 4ta. Conferencia mundial sobre la mujer, en la cual se firma la Declaración de Beijing. Se considera que la eliminación de la violencia contra la mujer es esencial para alcanzar la igualdad, el desarrollo y la paz.
  • En 1998 la OMS adopta la definición de la Violencia contra la Mujer de Naciones Unidas como referencia para todas sus actividades posteriores.

Ahora bien, más arriba se señalaba que el aspecto jurídico es una condición necesaria pero no suficiente para trabajar y atender la temática de la violencia, y precisamente cuando se alude a la violencia doméstica es preciso distinguir dos aspectos, a saber:
1. violencia en la pareja
2. socialización (valores recibidos durante la infancia o adolescencia del sujeto)


En este sentido, todos conocemos el rol fundamental de la familia y su influencia en la socialización del ser humano. Su carácter de primer eslabón en la enseñanza y aprendizaje en el aspecto emocional, cognoscitivo y conductual. Sin embargo, es en la familia donde se encuentran los más altos niveles de interacciones violentas.


La violencia contra la mujer está sostenida en el ámbito familiar por dos piedras angulares:

1) el lugar social de las mujeres como propiedad de los hombres.
2) la noción difundida socialmente de que el hogar es un lugar privado en cuyos procesos no deben intervenir los extraños.

Se hace evidente que la génesis de este problema está en la desigualdad de poder entre las mujeres y los hombres en la sociedad y en la familia.

Al inicio de este trabajo decíamos que abordaríamos la violencia doméstica desde un enfoque de género, podemos hablar entonces de la violencia basada en el género y reforzar que este es un problema de salud pública y de derechos humanos.
La violencia basada en el género o “violencia contra las mujeres” implica variados tipos de comportamientos físicos, emocionales y sexuales nocivos para las mujeres y las niñas, los cuales son llevados a cabo con más frecuencia por miembros de la familia, pero también, por personas ajenas a ésta.

La Declaración de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer incluye la siguiente definición, hoy ampliamente aceptada, de este tipo de violencia:

"…todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener un como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la vida privada"

En esta definición se pone de manifiesto, lo que decíamos anteriormente respecto de que la violencia contra la mujer se da en el contexto de la desigualdad relacionada con el género y esto se entiende como situaciones que atentan contra la mujer dada su condición , es decir, dada su posición social SUBORDINADA con respecto a los hombres.

Exponer esta definición nos conduce a retomar el debate en cuanto a los conceptos de violencia intrafamiliar, violencia basada en el género, violencia contra la mujer, etc.
En Latinoamérica, la mayoría de las leyes y políticas emplean el término “violencia intrafamiliar” cuando se refieren esencialmente a la violencia contra la mujer ejercida por su pareja. La OPS utilizó este término durante las primeras etapas de su labor en esta esfera, pero luego adoptó el concepto de “violencia basada en el género” o “violencia contra las mujeres” para aludir a la amplia gama de acciones que asiduamente sufren mujeres y niñas, tanto por integrantes de su familia como por extraños.

Otra definición refiere lo siguiente:

“La violencia de género incluye maltrato, abuso y hostigamiento sexual en el entorno doméstico y público. El avance conceptual que representa identificar la violencia hacia la mujer como de género, es que se asume que las relaciones asimétricas de poder que existen en la sociedad entre hombres y mujeres representan uno de los factores más relevantes para entender la gravedad y dimensión de la violencia hacia la mujer. La característica de este tipo de violencia es que, a diferencia de los otros hechos delictivos violentos, el factor de riesgo o vulnerabilidad lo constituye el hecho de ser mujer” (Irma Saucedo, 1997 en Mujer indígena y violencia: Entre esencialismos y racismos, Mejías Flores S.)

La definición de Violencia doméstica que propone Gioconda Batres dice que es: "el abuso que acontece entre miembros de la misma familia o entre personas que tienen relaciones cercanas o íntimas actuales. Pueden incluir los abusos a su vez, violencia física, sexual, psicológica y comportamientos cuya finalidad sea controlar o ejercer coerción”. (Navarrete, C 1999 en Caracterización criminológica y victimológica de mujeres comisoras de lesiones de ciudad de La Habana, 2003)
Los autores Heise Ellsberg y Gotternoeller (1999) (en La realidad de la violencia en las relaciones de pareja, Ortiz Rivera Ma.M) refieren que como resultado de 50 estudios realizados en todo el mundo, entre el 10% y el 50% de las mujeres han sufrido en algún momento de sus vidas algún acto de violencia física realizada por su pareja.Este informe y otro llevado a cabo por el Banco Mundial (1994) nos revelan algunas de las características que suelen acompañar a la violencia en las relaciones de pareja.
A saber:
La gran mayoría de los autores de la violencia son hombres, las mujeres corren el mayor riesgo con hombres que ya conocen.
La violencia física casi siempre va acompañada de maltrato psicológico y, en muchos casos, de abuso sexual.
La mayoría de las mujeres que sufren alguna agresión física de su pareja por lo general serán víctimas de múltiples actos de violencia con el paso del tiempo.
La violencia contra las mujeres traspasa los límites de la clase socioeconómica, la religión y el origen étnico.
En nuestro país, según refiere Díaz Tenorio, M (en ¿Violencia invisible? Francis D, Perez,D, 2004) “pasamos mucho tiempo relegando la existencia de la violencia intrafamiliar, haciéndola invisible a nuestros propios ojos, asumiéndola como algo que afectaba más a otras sociedades y no tanto a la nuestra, tal vez porque estamos acostumbrados a disfrutar de garantías sociales, y eso limitó en alguna medida visualizar el fenómeno”.
Las características culturales y la educación forman parte indiscutible en todo este entramado social y psicológico. Nuestra secular historia machista no es ajena a esta problemática.
“Vivimos en una sociedad en gran medida patriarcal que le asigna diversos roles a la mujer y al hombre” dice Alberta Durán (en ¿Violencia invisible? Francis D, Perez,D, 2004).
El PODER es una constante invariable que no ceja en su lucha de ocupar el puesto cimero. Al respecto, Alberta Durán reflexiona: “También están las diferencias de poder. Detrás de toda la violencia está el poder real o atribuido (simbólico) de determinado miembro: del dueño de la casa, del que trae el dinero, del que tiene la potestad sobre los menores. Es el círculo de los más fuertes sobre los más débiles. En ese sentido, los niños son siempre los más desprotegidos y con menor poder”.
En nuestra sociedad, el desarrollo de la mujer ha sido de gran notoriedad, su participación en las distintas esferas, su inclusión en diferentes puestos laborales, profesionales, etc. hicieron que el tópico de la violencia se pensara eliminado, desterrado, pero la realidad nos mostró una cara “desconocida” hasta entonces.

“El hecho de que la mujer cubana ha tenido un papel grande en los aspectos jurídicos y laborales, influye en la invisibilidad del fenómeno. Porque mientras hacia lo externo se ve el desarrollo de la mujer, en lo interno, dentro de la casa, no ha sido así. En el ámbito doméstico el desarrollo de las féminas está muy por debajo del que ha tenido con respecto a la vida social, y tal vez se ha considerado, erróneamente, que el maltrato a ella era un problema ya superado”. (Ernesto Chávez y Yohanka Valdés, en ¿Violencia invisible? Francis D, Perez,D, 2004).
Esta situación, ha dado lugar a la creación de mitos, que lamentablemente, aun tienen un gran arraigo para un importante sector de la población. Algunos de ellos son:
  • Las relaciones entre hombre y mujer son violentas por naturaleza.
  • La familia es un lugar inseguro para vivir.
  • La sociedad se divide en: violentos y violentadas.
  • Las clases sociales bajas y desfavorecidas económicamente y las poblaciones marginales es donde se percibe en mayor medida la violencia doméstica.
  • Las mujeres no se separan porque no quieren dejar a su maltratador. Son masoquistas.
  • El embarazo detendrá la violencia.
  • Niños y niñas no se dan cuenta de que su madre es golpeada.

De lo expuesto se desprende la importancia de la educación, pero no sólo en el ámbito académico sino también familiar, otro tópico de suma importancia es la prevención, la información.

La violencia no es un tema a tratar sólo desde una arista multidisciplinaria sino también intersectorial, puesto que nos concierne a todos, hombres, mujeres, niños, profesionales, obreros, técnicos, etc., en tal sentido dice Alberta Durán (en ¿Violencia invisible? Francis D, Perez,D, 2004):


“…pero lo más importante es la prevención: educar a la familia. La violencia familiar no es un problema de puertas adentro, no es privado, no puede serlo, mucho menos en nuestra sociedad. Tiene que ser de interés social, de las personas, de los grupos. Ninguna sociedad como la nuestra tiene tantas instituciones, tantos recursos para enfrentar y ejercer una acción profiláctica en este sentido. Y combatir la violencia intrafamiliar implica, en primer orden, prevenir y educar a la familia”.
No cabe duda que la violencia es un problema en extremo complejo y que obedece a múltiples causas, ya sea de índole social, económica, jurídica, psicológica, cultural, biológica, y por consiguiente debe ser tratado, atendido, investigado con todo el rigor que amerita.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) considera que el desarrollo debe ser atendido desde una perspectiva de género y cimentado en el ser humano. Desde este punto de vista, la violencia irrumpe como uno de sus mayores obstáculos, dando lugar a efectos negativos en la productividad de una sociedad y en la calidad de su desarrollo.


Por ello, el PNUD considera que “es necesario educar al público sobre los altos costos sociales que implica la violencia contra las mujeres, y sobre la necesidad de fortalecer su desarrollo, visualizarla como parte integral de la vida, del desarrollo de la sociedad, como parte fundamental en el proceso de la vida democrática de un país y en general, como actor central de la cultura de la no violencia y del respeto a los derechos humanos”. (Centro de Información de la Naciones Unidas para México, Cuba y la Rep. Dominicana, 1998)







Ms.C Jeannette Vía Ampuero

Psicóloga Hospital “Hnos. Ameijeiras”

Cuba

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